viernes, 11 de noviembre de 2016

Transferencias emocionales

A veces despertamos el niño herido que vive en nuestro interior...


A menudo escuché que vemos en los demás un espejo de nosotros mismos...
Puede ser...

Pero... Más bien creo yo que a los demás los percibimos en función de la relación que tuvimos con los padres de nuestra niñez, en especial con los decires y sentires de quien nos albergó por nueve meses, incrementándose con las experiencias vividas los primeros días, meses y años de nuestra infancia.

No es casual que por momentos reeditemos la relación que sentíamos con nuestros padres de la infancia, transfiriéndola a jefes de trabajo, autoridades, gobiernos, o distintos miembros de la sociedad, quienes, de alguna manera, nos despiertan recuerdos inconscientes por los cuales tenemos reacciones positivas o negativas.

A menudo los alumnos de las escuelas cometen el ¨error¨ de llamar ¨mamᨠo ¨tía¨ o ¨abuela¨ a su maestra... Esto da cuenta de que a la docente le ven ciertas características de sus familiares con los cuales tiene conexión directa el niño, aunque todo esto se produce a nivel inconsciente.

Las ¨bendiciones¨ o ¨maldiciones¨ recibidas (bendecir: buen decir, decir buenas cosas; o maldecir: decir mal, decir malas cosas) quedan marcadas a fuego durante toda la vida.

Generalmente esas bendiciones o maldiciones recibidas se convierten en un círculo vicioso, en el que, sin saberlo (ya que se produce a nivel inconsciente) reeditamos lo recibido. Percibimos a nuestros padres de la infancia en el prójimo de la actualidad y de esa misma manera como ellos nos trataron, les respondemos... pero no a aquéllos, sino a quienes nos cruzamos diariamente.

Revertir esa conducta es una tarea que puede llevarnos años o vidas.

No podemos volver el tiempo atrás, ni podemos cambiar nuestra historia. Y echar culpas al pasado tampoco tiene sentido, pues nada cambiará de nuestra vida actual.

Darnos cuenta de lo que nos pasa, es decir, hacer consciente que nuestros padres de la infancia no son el prójimo que hoy tenemos frente a nosotros, es la clave.

Recién ahí estaremos en condiciones de cambiarnos a nosotros mismos. Pero eso requerirá de mucha constancia, paciencia y sobre todo, será necesario que empecemos a permitirnos hacer brillar la luz que tenemos guardada en nuestro corazón.

Namasté...
Stella Maris


Pulsando en la siguiente imagen, te regalo todas...

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